Cómo CiU decidió impulsar la ANC

No va ser la sentència de l´Estatut sino la percepció que el nacionalisme havia perdut el carrer.

mas forcadell

El 15 de junio de 2011 CiU se dio cuenta de que había perdido la calle. Por pimera vez desde 1975 una enorme masa de catalanes se manifestaba sin una sola senyera y bloqueaba la entrada al Parlament. El presidente Mas y otros miembros de su gabinete, en una operación jamás vista, debió recurrir al helicóptero para llegar a la Ciudadela. El bochornoso espectáculo se retransmitió en las televisiones internacionales.

Este hecho sacudió las formaciones nacionalistas, especialmente a CiU. Sus dirigentes sabían que la Generalitat se dirigía irremisiblemente a una vergonzosa quiebra financiera- como así ocurrió más tarde- y que su acción de gobierno les exigiría tomar medidas muy impopulares que reducirían drásticamente la influencia de la formación en la sociedad catalana, tocada ya por el pase a ERC de los cachorros nacionalistas. Por ello decidieron tomar dos medidas estratégicas que se complementaban:

Primero, virar al independentismo. Esto les permitiría, tras 30 años de autogobierno nacionalista, echar las culpas del fracaso económico a «Espanya«, ocultar bajo la bandera el impacto de recortes, subidas impositivas e impagos, y mantener el monopolio del discurso nacionalista en la calle frente a ERC.

Segundo, retomar el control de la sociedad. Para ello decidieron articular los clásicos tentáculos nacionalistas (Òmnium, TV3, subvenciones, etc) para impulsar una entidad que representara la «societat civil catalana». Así nació la ANC, trufada de ex-miembros del grupo terrorista Terra Lliure y dirigida por la fanática militante de ERC Forcadell, que se constituyó el 10 de marzo de 2012. Su papel sería «empujar» al Gobierno de la Generalitat «organizando» las manifestaciones del 11S (como si un evento así pudiera organizarse sin la colaboración de CiU), sembrando el paisaje catalán de simbología separatista y radicalizando el discurso nacionalista para justificar las decisiones de la Generalitat («és el poble català qui ho demana«).

A nadie se le escapaban las consecuencias de estas decisiones. Sería necesario mentir («Espanyansroba«), sembrar no ya desafección sino odio («L´Espanya subsidiada viu a costa de la Catalunya productiva«), seguir desangrando económicamente a los catalanes («estructures d´Estat«), dinamitar siglos de historia y afectos comunes («Espanya contra Catalunya«) y romper la convivencia entre los mismos catalanes («qui no és nacionalista no és bon català«).

Hasta hoy la hoja de ruta se ha cumplido. Pero algo más se está moviendo en Cataluña. Y no en el sentido que al nacionalismo le gustaría. La Catalunya lliure de nacionalisme ha despertat.

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Categories: Catalunya de tots, Huid del nacionalismo, Pensando bien

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4 comentarios

  1. Ese día del Helicóptero, los manifestantes tenían que haber entrado en el parlament y haber expulsado a gorrazos a todos los vividores que habían dentro. CIU, nunca ha tenido la calle ni la tendrá, son unos muertos vivientes.

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