Ferran Mascarell es consejero de Cultura de la Generalitat de CiU. También lo fue en 2006 con la Generalitat del PSC-ERC-IC. Parece que vive de esto.
No está claro para qué sirve esa consejería, aparte de repartir subvenciones y pagar proyectos ideológicamente afines al nacional-progresismo. Lo cierto es que en los últimos 30 años Cataluña se va pareciendo cada vez más a un páramo cultural. No hay escritores, no hay dramaturgos, no hay cineastas, no hay cantantes, no hay compositores de talla. Hay, sobre todo, teatro «vanguardista» -del que en tres meses pasa a la retaguardia-, museos y TV3.
Ahora Mascarell quiere crear un Acord Nacional per la Cultura «para garantizar una Cataluña lo más culta posible en el contexto de cambios políticos y globales extraordinarios que estamos viviendo». ¿A qué se dedicará este nuevo órgano? Según dicen las 35 páginas de la propuesta, a establecer medidas de financiación y el reforzamiento de la cultura en la enseñanza. Además, se creará un Centre Nacional de Fotografia y un Museu Nacional d’Arquitectura i Urbanisme.
En cristiano: un nuevo órgano «nacional», que creará más órganos «nacionales» para que los políticos nacionalistas puedan garantizar la preeminencia de su ideología en la cultura subvencionada. Todo, claro, pagado con el dinero de las familias catalanas.
La verdadera cultura, sin embargo, florece en ámbitos de libertad, espíritu, amor, tribulación y creatividad. Todo lo contrario que el invernadero ideológico que alimenta la Generalitat.
Categories: Huid del nacionalismo
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