Nos venden una utopía perfecta que no se creen ni ellos
La utopía es inmoral, declaraba recientemente Antonio Escohotado. Por muy buena prensa que tenga, lo cierto es que la utopía es inmoral porque es mentira, una mentira que quiere imponerse violentando la realidad y pasando por encima de las personas. Y la utopía separatista no es ninguna excepción.
Escuchamos, día sí, día también, que todo se arreglará cuando Cataluña sea independiente. Ahora es Felip Puig el que dice que la factura de la luz bajará un 10%, o un 15%, o, ¿por qué no?, un 30%. Esta cantinela no es nueva: la presidenta de Ómnium Cultural, Muriel Casals, afirmaba que en una Cataluña independiente ya no habría fraude fiscal porque los catalanes pagarían contentos a un fisco propio; y se quedaba tan ancha. Y hace poco pude oír que en una Cataluña independiente los niños catalanes abjurarían de Halloweeen y optarían unánimemente por la castañada. Sólo nos falta por oír que los arboles darán billetes y que saldrá perfume del caro por el grifo.
¿Estamos ante unos iluminados que han perdido por completo la razón? ¿O ante unos cínicos para los que cualquier demagogia vale para conseguir sus objetivos? Probablemente ante una combinación de ambos tipos.
Y mientras tenemos que soportar estas sandeces, se insiste en que explicar con realismo las consecuencias de la secesión es el discurso del miedo, mientras que lanzar las mentiras más groseras y evidentes es hacer un discurso de la ilusión. Quizás ha llegado ya la hora de llamar a las cosas por su nombre y denunciar las burdas mentiras que tenemos que tragar diariamente.
Categories: Huid del nacionalismo, Pensando bien
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