Mientras en Madrid no se dice casi nada.
El 18 de septiembre de 2014 hay un referéndum en Escocia para decidir sobre su independencia. Parece que el gobierno de Londres pasa a la ofensiva, porque aunque los sondeos apuntan la victoria de los partidarios de seguir estando unidos a Inglaterra, es consciente de que hay muchos indecisos. Y hay un eje de comunicación claro: los separatistas esconden el coste de la independencia y fabulan una economía fantasiosa:
– Escocia dejará de contar en las decisiones industriales estratégicas del Reino Unido. Por ejemplo, los barcos británicos dejarán de fabricarse en los astilleros del Clyde, el río de Glasgow.
– Escocia deberá renegociar su entrada en la UE, y si llegara a entrar probablemente no lo haría con los privilegios que goza ahora la Gran Bretaña, debido a un menor poder de negociación y masa demográfica.
– ¿Cuál será la moneda de Escocia independiente? Sería difícil que el Reino Unido aceptase compartir la libra con una Escocia independiente.
– ¿Qué pasará con las pensiones? En Escocia hay más pensionistas por empleado que en el resto del Reino Unido.
– ¿Cómo se pagará el nuevo Estado escocés independiente? Por ahora los independentistas no responden convincentemente, pero está claro que habrá que subir los impuestos y recortar prestaciones sociales.
En fin, parece que Londres se toma en serio el tema y empieza a poner argumentos sobre la mesa, aunque de momento sólo económicos.
En Cataluña no pasa lo mismo: a los catalanes que hablan de los costes de la independencia se les dice que «se callen de una puñetera vez«. Y Madrid no dice ni pío.
¿Haremos de una vez las cosas como Dios manda?
Categories: Mejor juntos, Pensando bien
Deja una respuesta