Abad Escarré a Le Monde: «Somos españoles, no castellanos».

¿Qué diría hoy el abad Soler a los nacionalistas que celebran el cincuentenario de la famosa entrevista?

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Hace 50 años, el 14 de noviembre de 1963, el periódico progresista Le Monde publicó una entrevista con el abad de Montserrat, dom Aurelio Mª Escarré, que tenía sensibilidad falangista y se había expresado años antes en términos muy elogiosos acerca de la obra y la persona de Franco, de quien era amigo personal. En esa entrevista el abad criticaba al gobierno. El historiador Luis Suárez recuerda la reacción de Franco: «como católico no se debe crear a la Iglesia el menor conflicto». El abad benedictino fray Justo Pérez reconvino privadamente a Escarré. La entrevista del abad dividió al cenobio montserratino. El Vaticano desterró a Escarré, pero regresó a Barcelona para morir en 1968.

La verdad es que el abad fue utilizado por el catalanismo. Dos conocidos nacionalistas, Albert Manent y Josep Benet, le facilitaron la entrevista al corresponsal de Le Monde. La cuestión no era fortalecer el cristianismo en Cataluña, sino servirse de él para legitimar el catalanismo.

Hoy es más fácil darse cuenta de esta manipulación. Un grupo de instituciones, encabezadas por la Asociación de Periodistas Europeos de Cataluña (sic), ha organizado actos, conferencias y exposiciones para conmemorar el L anivesario de la entrevista. Entre los asistentes al acto del día 20 en el Palacio de la Generalitat estarán el abad de Montserrat Josep Maria Soler, el consejero de Presidencia Francesc Homs, varios concejales de Barcelona, y el historiador nacionalista Joan B. Culla. Como se ve, la utilización de la figura del abad Escarré no redundará en un impulso evangelizador de Cataluña, o en denuncias proféticas a los poderes establecidos en la plaza de San Jaime; más bien servirá para beneficiar a la ideología de la Generalitat.

Sin embargo, las palabras del abad Escarré en Le Monde sugieren hoy algunas reflexiones a los políticos y eclesiásticos del sistema, quizás especialmente al actual abad de Montserrat, dom Josep Maria Soler. Veamos lo que decía Escarré en el periódico parisino:

«Allí donde no hay libertad auténtica no hay justicia, y es lo que pasa en España». No sabemos si el actual abad emitirá reflexiones similares sobre el régimen de la Generalitat, que por ejemplo prohíbe educar en su lengua madre a la mitad de los niños catalanes.

«España, y este es el gran problema, todavía se encuentra dividida en dos bandos». Desconocemos si el sucesor de dom Aureli tendrá algo que decir sobre la división social que está provocando el independentismo.

«La mayoría de los dirigentes [del régimen] son honestos y son cristianos de buena fe, pero no ven claramente cómo se ha de ser cristiano en cuanto a los principios políticos» . Ignoramos qué pensará dom Josep Maria de los 25.000 abortos anuales y legales en Cataluña, de las leyes antifamiliares de la Generalitat, del caso Palau, de la trama de las ITV, y del hecho de que los siete hijos de Jordi Pujol sean millonarios; pero seguramente el actual abad aprovechará el acto conmemorativo para explicar a los políticos catalanes «cómo se ha de ser cristiano en cuanto a los principios políticos».

«El pueblo necesita libertad de prensa, de sinceridad, de información». No nos consta la postura de abad Soler sobre el monopolio subvencionado de los medios hegemónicos de Cataluña (TV3, Catalunya Ràdio, Ara, El Punt, La Vanguardia, etc.).

«El Estado ha de favorecer a las minorías y su vida cultural; el régimen dificulta la expresión de la cultura catalana». Quizás sea inminente una declaración de dom Josep Maria pidiendo libertad de enseñanza, rotulación y atención pública al catalán castellanoparlante, para favorecer su «vida cultural». Y tal vez se dirija también a Le Monde para instarle a apoyar las lenguas regionales de Francia, que antes de la Revolución eran habladas por el 85% de la población.

«Cuando la lengua se pierde, también la religión tiene tendencia a hacerlo». Tal vez el sucesor del abad Escarré pueda explicarnos por qué hoy, en el momento de la historia de mayor divulgación de la lengua catalana, el cristianismo ha desaparecido prácticamente de la vida social catalana, mientras los catalanes se abrazan con ilusión al ídolo nacionalista. Seguramente explique las responsabilidades del nacionalismo de sotana en la descristianización de Cataluña, y proponga arriar las banderas de los campanarios catalanes. Incluso es posible que sugiera aumentar las misas en castellano para atender a los catalanes que rezan en esa lengua, no vaya a ser que por perder su lengua pierdan también su religión; o se pasen a los evangélicos, como sucede con tantos hispanoamericanos en Cataluña.

«Somos españoles, no castellanos». No se conoce que el abad Soler haya repetido alguna vez esta frase ante algún político nacionalista. ¿Querrá recordar esta obviedad a los poderes reunidos el día 20 de noviembre en el Palacio de la Generalitat?

«En principio nadie quiere una guerra civil, pero yo tengo miedo». ¿Advertirá el abad Soler de la degradación y la frustración de la convivencia catalana que provoca el separatismo?.

En fin, el aniversario de la entrevista en Le Monde ofrece al abad Soler y a los políticos nacionalistas una fuente inagotable de inspiración.

dolca



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3 comentarios

  1. Por lo que sé, el Abad Escarré entendía muy bien cuál es la misión de la Iglesia, la misión de los laicos dentro de la Iglesia, y cómo es de piratas y traidores «mezclar a la Iglesia en banderías humanas»… (Camino, san Josemaría), cosa que los nazionalistas -presos del peor ejemplo de clericalismo- han intentado y conseguido mezclar churras con merinas, melones con pepinos… y así estamos en Qatarluña… hechos unos zorros (y zorras…)

  2. Sí señor. Es lo mismo que la frase actual de «Somos valencianos, para nada, catalanes». Jamás lo hemos sido. Mientras que ellos, o han sido franceses, o españoles, pero siempre sometidos a un superior ordenamiento.

  3. “Somos españoles, no castellanos”. No se conoce que el abad Soler haya repetido alguna vez esta frase ante algún político nacionalista. ¿Querrá recordar esta obviedad a los poderes reunidos el día 20 de noviembre en el Palacio de la Generalitat?»

    Esta si que es buena, una expresión en su tiempo muy de moda, pero hoy muy racista, casi nazi, desprovista de sentido por falta de uso.

    ¿Qué hubiera pasado si el abad del Valle de los Caídos hubiera dicho «somos españoles, no catalanes»?

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